martes, 17 de enero de 2012

Amor de madre para las dos

Soy madre de dos lindas e inquietas niñas, la mayor de cuatro y la pequeña de apenas 13 meses de edad. No hay nada mejor que verlas reír, jugar juntas, claro siempre y cuando los arrebatos de Camila no arruinen el momento, y exaspere a su hermana hasta tal punto que ésta no quiera ni prestarle los juguetes por temor a que terminen destrozados. Ver crecer a mis hijas es un privilegio que agradezco a Dios cada día al levantarme, aunque a veces tenerlas contentas a las dos se me hace difícil, más aún cuando cada una a su modo exigen mi total atención.
Cuando llego a casa después del trabajo, la primera en salir a darme el encuentro es María José; pero, Camila hace hasta lo imposible para que deje a su hermana y corra a alzarla de donde esté. Pero ni bien la tengo en mis brazos, la otra siempre encuentra la forma de exigir su derecho a ese primer contacto. Y es ahí cuando muchas veces una no sabe qué hacer, pues tu instinto y amor maternal lo primero que te dicta es que las abraces a las dos juntas; pero al parecer ellas no están de acuerdo, quieren exclusividad, lloran y hacen de todo para lograr que la mamá sea “mía y de nadie más”. Y cuando digo que hacen de todo, pues no exagero. Claro, siempre la más audaz es Camila, que a pesar de su corta edad, o tal vez aprovechándose de eso, se las ingenia para llamar la atención. Y vaya que lo logra.
Imagino que no soy la única en pasar o haber pasado por este trance. Más de una mamá o papá habrá batallado más de una vez con sus pequeños que se pelean por recibir la atención exclusiva, y ser los primeros o los únicos al que le prodiguen toda clase de afecto. La idea de sentirse desplazados en el amor que tenían de forma absoluta imagino que debe rondar casi instintivamente por la cabecita de nuestros pequeños.
A nosotros solo nos queda darles la seguridad de que no deben temer nada, que nuestro amor de padres es tan grande que alcanza para todos, y en igual proporción. Convencerlos que en muchas ocasiones, abrazarse juntos es mejor que hacerlo por separado, lograr que les fascine la idea de fundirnos en un abrazo de complicidad, de mosqueteras, como le encanta decir a María José, y así estar siempre juntos, para fortalecer el amor que nos une para siempre; y, por supuesto, para disfrutar de esa sensación maravillosa de sentirse amado.

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