Ha pasado más de dos años desde el último día que actualicé este blog. Desde entonces, mi vida ha cambiado en diversos aspectos. María José no es ya la única pequeña gigante que llena mi vida de alegría; sino que, ahora, existe en nuestras vidas, un pequeño angelito llamado Mia Camila.
María José está a poca horas de cumplir cuatro años; mientras que Camila a pocos días de celebrar nueve meses de su estancia en este mundo. Estas dos pequeñitas, cada una con sus peculiaridades, con sus distintas formas de expresar amor, llenan por completo mi vida y la de ese hombre maravilloso con el que comparto mis días desde hace ocho años. No hay nada mejor que, después de una cansada jornada de trabajo, llegar a casa y disfrutar de sus ocurrencias, de sus pequeñas conversaciones o, simplemente, de sus risas cómplices de sentirse felices de estar nuevamente juntas.
Mi vida laboral también dio un pequeño giro. Dejé de viajar a diario cerca de 50 kilómetros al norte para ir a trabajar, y ahora mi casa dista tan solo 5 kilómetros de mi trabajo, que por ahora está abocado al área de Responsabilidad Social Corporativa de una microfinanciera.
Une experiencia nueva; pero, totalmente gratificante. No solo por el lado personal; sino también profesional. Y ni qué decir, del familiar, pues ahora que trabajo en Trujillo tengo más tiempo para las tres personitas que más adoro en este mundo.
Estas cosas que ahora llenan mi vida me hacen valorar aún más lo que tengo. Disfruto un desayuno en casa con mi esposo; o un almuerzo con mis hijas; aunque María José generalmente se sienta a la mesa solo para acompañarnos, pues, muchas veces, el hambre no la acompaña.
Por otro lado, en este tiempo también he vivido diversas cosas, he experimentado sentimientos encontrados que me han hecho aterrizar un poco, detenerme en muchas otras, crecer como persona; pero, sobretodo, comprender que es decisivo conocer y controlar nuestro propios sentimientos y emociones al momento de interactuar con la gente.
Creo que muchas veces uno tiene que pasar por momentos inesperados, desagradables hasta cierto tiempo, para entender a la gente y sus miles de razones para actuar de tal o cual forma. Afortunadamente, en todo momento he contado, y cuento, con el soporte incondicional y total de la persona que siempre está a mi lado; además, de la presencia de algunos seres a los que puedo llamar amigos que me han enseñado a entender y a ver el lado positivo de la vida.
Después de todo, pienso que siempre es positivo vivir experiencias fuertes, inesperadas, pues solo eso te permite conocerte a ti mismo, conocer a los que te rodean y saber en quienes puedes confiar, y a quienes, solo puedes regalarles una sonrisa no tan franca.
Y de eso creo que se trata la vida, de aprender, de aprender y, de seguir aprendiendo. Es más reconfortante levantarte mil veces y demostrarte a ti mismo que aún hay fuerzas para seguir andando.
Y en este camino de idas y venidas, he decidido volver a escribir, para de alguna forma tener siempre presente lo que me pasa o lo que pasa con los demás.
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