Hasta hace unos días atrás estaba preocupada porque aún no caminabas, pero en el momento menos pensado nos sorprendiste a todos dando tus primeros pasos. La emoción nos embargó a tu papá y a mí, pues sabíamos que con esos pequeños pasos se iniciaba una nueva etapa en tu vida, y vaya que lo celebramos. Tú estabas feliz, los ojitos te brillaban y no dejabas de caminar. Después de este mágico momento vinieron unos días que no querías desprenderte de los brazos y parecía que te asustaba nuevamente volver a ejercitar tus piernas. Pero el temor pasó y ahora no te para nadie. Te encanta recorrer la casa por tus propios medios y haz descubierto que tus piernas te pueden llevar a lugares más entretenidos para jugar a lo que más te gusta: las escondidas, y eso te pone más contenta, lo que a mi me hace doblemente feliz.
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