lunes, 29 de agosto de 2011

Camila: honor al nombre

Camila Vallejo es una joven chilena que ha despertado el interés de propios y extraños; no solo por su belleza y corta edad; sino por la tenacidad con que hace suya la defensa de una causa justa, con la que ha logrado poner en aprietos y remecer al gobierno de Sebastián Piñera, desde hace ya unos meses atrás.

El último fin de semana, la vi en una entrevista que brindó a un canal nacional, y pude percatarme de su energía, y la garra y fuerza con la que levanta la voz para hacerse escuchar por sus autoridades que ven en ella la piedra en el zapato para continuar de espaldas a la sociedad en la forma cómo aplican su plan educativo desde hace décadas. La aparente fragilidad de su cuerpo dista mucho de su fuerza interior. Camila hace perfecto honor al origen latino de su nombre: “Camila, la que presenta sacrificios”.

Sus 23 años de edad no la han amilanado para defender lo que considera justo, no solo para ella; sino; sobretodo, para las nuevas generaciones de chilenos que –al igual que cualquier ciudadano, un peruano, por ejemplo- necesita tener garantizado uno de los derechos básicos: como es el acceder a una educación gratuita y de calidad.

Escuchándola exponer sus ideas y la forma natural cómo defiende el derecho a la educación de todo chileno, pienso si en nuestro país deberíamos tener unas cuantas Camilas, que se atrevan a retarse a sí mismas para lograr tener un sistema educativo más eficiente, gratuito; y, sobretodo, justo.

No queremos jóvenes que peleen por pelear, ni que salgan a las calles a expresar su disconformidad de una forma que en lugar de reivindicar, denigre la dignidad de los demás, y vulnere los derechos de los ciudadanos. Nuestro país necesita jóvenes comprometidos, dispuestos a lograr objetivos comunes. Si nuestra educación es gratuita, pues, que no signifique un sacrificio a la calidad. Creo que todos estamos llamados a defender y garantizar una educación justa y eficiente en nuestro país; y a eso debemos apuntar.

jueves, 25 de agosto de 2011

Volver a escribir...









Ha pasado más de dos años desde el último día que actualicé este blog. Desde entonces, mi vida ha cambiado en diversos aspectos. María José no es ya la única pequeña gigante que llena mi vida de alegría; sino que, ahora, existe en nuestras vidas, un pequeño angelito llamado Mia Camila.

María José está a poca horas de cumplir cuatro años; mientras que Camila a pocos días de celebrar nueve meses de su estancia en este mundo. Estas dos pequeñitas, cada una con sus peculiaridades, con sus distintas formas de expresar amor, llenan por completo mi vida y la de ese hombre maravilloso con el que comparto mis días desde hace ocho años. No hay nada mejor que, después de una cansada jornada de trabajo, llegar a casa y disfrutar de sus ocurrencias, de sus pequeñas conversaciones o, simplemente, de sus risas cómplices de sentirse felices de estar nuevamente juntas.

Mi vida laboral también dio un pequeño giro. Dejé de viajar a diario cerca de 50 kilómetros al norte para ir a trabajar, y ahora mi casa dista tan solo 5 kilómetros de mi trabajo, que por ahora está abocado al área de Responsabilidad Social Corporativa de una microfinanciera.

Une experiencia nueva; pero, totalmente gratificante. No solo por el lado personal; sino también profesional. Y ni qué decir, del familiar, pues ahora que trabajo en Trujillo tengo más tiempo para las tres personitas que más adoro en este mundo.
Estas cosas que ahora llenan mi vida me hacen valorar aún más lo que tengo. Disfruto un desayuno en casa con mi esposo; o un almuerzo con mis hijas; aunque María José generalmente se sienta a la mesa solo para acompañarnos, pues, muchas veces, el hambre no la acompaña.

Por otro lado, en este tiempo también he vivido diversas cosas, he experimentado sentimientos encontrados que me han hecho aterrizar un poco, detenerme en muchas otras, crecer como persona; pero, sobretodo, comprender que es decisivo conocer y controlar nuestro propios sentimientos y emociones al momento de interactuar con la gente.


Creo que muchas veces uno tiene que pasar por momentos inesperados, desagradables hasta cierto tiempo, para entender a la gente y sus miles de razones para actuar de tal o cual forma. Afortunadamente, en todo momento he contado, y cuento, con el soporte incondicional y total de la persona que siempre está a mi lado; además, de la presencia de algunos seres a los que puedo llamar amigos que me han enseñado a entender y a ver el lado positivo de la vida.

Después de todo, pienso que siempre es positivo vivir experiencias fuertes, inesperadas, pues solo eso te permite conocerte a ti mismo, conocer a los que te rodean y saber en quienes puedes confiar, y a quienes, solo puedes regalarles una sonrisa no tan franca.

Y de eso creo que se trata la vida, de aprender, de aprender y, de seguir aprendiendo. Es más reconfortante levantarte mil veces y demostrarte a ti mismo que aún hay fuerzas para seguir andando.

Y en este camino de idas y venidas, he decidido volver a escribir, para de alguna forma tener siempre presente lo que me pasa o lo que pasa con los demás.